
Los humanos somos seres sociales por naturaleza y, salvo raras excepciones, disfrutamos regalando, especialmente a las personas con las que mantenemos una vinculación afectiva. ¿Por qué? “Porque nos contagiamos de la alegría que causamos al otro”.
Ahora bien, el acto de regalar no consiste solo en comprar un obsequio, entregarlo y se acabó: ojalá fuera tan sencillo hacer un regalo.
Se complica porque queremos acertar, sorprender para bien, y como en el mundo existen tantos gustos como personas y lo que a una le parece maravilloso a otra le espanta, nuestras mejores intenciones no siempre bastan.
Nosotros recomendamos 10 “truquillos” para acertar con los regalos de familiares y amigos, tanto en Reyes como en otras ocasiones.
1. No tener miedo a ofrecer justo con lo que han pedido
Tener a mano la lista de lo que más ilusión hace a nuestros allegados facilita mucho las cosas. Y son obsequios especialmente valorados. El motivo radica en que el agasajado siente que han pensado en él y se han esforzado para hacer realidad sus deseos.
2. Ponernos en el lugar del otro
¡Demostrado! Los malos regalos también dejan buen recuerdo
Colocarnos a nosotros mismos en un plano secundario para dar prioridad al gusto y/o las apetencias de la persona a la que queremos obsequiar nos ayuda a ser más certeros a la hora de elegir su regalo y evita que caigamos en el error de comprar lo que a nosotros nos gustaría que nos regalaran.
3. Dedicarle tiempo
Si pensamos en las necesidades, estilo, manía y hobbies del otro con tranquilidad, seguro que encontramos algo que puede hacerle ilusión. Además, así evitamos los nervios por las prisas de última hora, algo que puede enturbiar el placer de buscar un obsequio para alguien querido.
4. Optar por un regalo hecho por nosotros mismos
No hay mejor regalo que el que va más allá del objeto en sí, el que envía el mensaje de me importas, te quiero. Por eso, un regalo elaborado por uno mismo siempre es un acierto. ¿Qué regala un niño a sus progenitores en el día del padre y de la madre? Una manualidad realizada por él, algo que materialmente no vale nada, pero que emocionalmente transmite cariño, agradecimiento, amor… ¡Y a sus padres siempre les parece una obra maravillosa!
5. Ampliar el concepto
Efectivamente, un regalo no ha de ser siempre una prenda de ropa, un adorno, un aparato tecnológico… Sacar entradas para un espectáculo, comprar los billetes para un viaje, regalar un paquete de masajes… Es un tipo de obsequios que hay que tener muy en cuenta porque no desagradan a nadie.
6. Perder el miedo a repetirse
De primeras, nadie se plantea la posibilidad de comprar un mismo objeto por quintuplicado para repartirlo entre la gente a la que quiere regalar, pero es una táctica que funciona.
Y muy bien. ¿La razón? Hay épocas, como la Navidad, en las que tenemos que agasajar a mucha gente y dedicar tiempo a buscar un regalo individual y personalizado para cada una de esas personas nos lleva a mimar mucho el presente de las dos o tres primeras y a descuidar el de las demás, cosa que no ocurre si ponemos todo nuestro empeño en encontrar un único obsequio que pueda agradarlas a todas.
Recibir el mismo regalo que otras personas puede fortalecer el vínculo entre ellas, siempre y cuando el obsequio indique que hay algo potente que las une.
¡Qué bueno sería, por ejemplo, que todos los compañeros de un grupo de viaje recibieran un álbum de fotos con los momentos más entrañables que han compartido!
7. No caer en la extravagancia
A todos nos gusta ser originales, pero lo cierto es que la mayoría de la gente prefiere recibir regalos sencillos y fáciles de utilizar, en lugar de obsequios sofisticados.
8. Encontrar el término medio
Es posible que a veces, al hacer un obsequio, pequemos de moderados, pero también que en nuestro intento de agradar al otro le hagamos un regalo desproporcionado. Y tan malo es quedarse corto como pasarse; lo ideal para que la persona obsequiada se sienta cómoda al abrir su regalo es que este sea proporcional al vínculo que mantenemos con ella.
Si le regalamos poco puede sentirse decepcionada y no muy querida, mientras que si nos pasamos con el obsequio puede sentirse incómoda y abrumada.
9. Descartar el dinero
Si son los abuelos quienes dan un billetito al nieto para que se compre lo que quiera, vale. Pero si el dinero procede de los padres, el niño puede vivirlo mal y sentir que no es lo suficientemente importante para ellos y que por eso no han podido dedicar tiempo a sus regalos.
E igual pasa si el dinero procede de la pareja, pues podría interpretarse como una señal de falta de interés y dedicación.
10. Cuidar la presentación tanto como el interior
¿Te imaginas un regalo maravilloso envuelto en una bolsa de basura? ¿A que perdería gran parte de su encanto? Esto ocurre porque cuando regalamos algo no solo importa el presente en sí, sino también su packaging.